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LA MAESTRA JOSEFINA AGUILAR CACHÚ


“Tengo tres años trabajando sin grupo a instancias y ayuda del sindicato y del Profr. Guillermo Ortiz, me siento rara, pues sólo trabajo cuando falta algún compañero por enfermedad. He recibido medallas y diplomas de reconocimiento después de 61 años de servicio”. Esto me comentó la maestra “Banda” en diciembre de 1984, cuando por interés personal y profesional, la entrevisté para saciar, por una parte, el deseo de conocer la manera en cómo trabajaron los profesores formados en las primeras dos o tres décadas del siglo XX, y por la otra, para acercarla a los profesores que deseaban seguir los pasos de aquellos adalides del sector magisterial.

Al finalizar el sexto periodo presidencial de Porfirio Díaz y la Tercera reelección gubernamental de Aristeo Mercado, el 25 de abril de 1904, Josefina Aguilar Cachú nacía en Tlazazalca, los primeros solares repartidos a los españoles en el Estado de Michoacán. Muy pequeña fue traída a Zamora donde inició sus estudios primarios en una escuelita particular a cargo de la Profra. Lupita Mora, en donde aprendió a leer y a escribir. Ella sola se inscribió en lo que ahora es la escuela primaria Vicente Guerrero de Jacona, siendo su directora la Profra. Angelita Treviño. Recuerda que su mamá le dejaba un centavo para gastar y éste le alcanzaba y le sobraba. Ahí mismo le tocó ver entrar y salir a villistas y carrancistas, época aciaga para la gente pacífica, a doña Paula Cachú García, mamá de la profesora Josefina, le quedaron miles de “palomas”, billetes villistas, en su comercio de venta de leche. En este periodo, su papá prefirió regresar a Tlazazalca a cuidar las pocas cabezas de ganado con que contaban y Josefina Aguilar terminó ahí su primaria.

Cuando Adolfo de la Huerta sucede en la presidencia de la República al asesinado Venustiano Carranza, sólo como presidente transitorio que le entregará el poder al general Álvaro Obregón, Josefina Aguilar acude por derecho propio a inscribirse en la Normal Rural de León, Guanajuato. Apenas 16 años de edad y ya con una fuerte vocación magisterial, habla con el profesor Manuel Arciga, director de la Normal, e inicia sus estudios. En aquel entonces también existía Normal Rural en Zamora (donde ahora se encuentra el negocio de bicicletas de José Moreno, por la calle Madero), siendo su director el profesor Elías Miranda. Cuando termina sus estudios en al año de 1923, el auge agrícola de los hacendados estaba en su máximo esplendor, Álvaro Obregón ya casi terminaba su periodo presidencial en el que le sucedería Plutarco Elías Calles.

En el mismo año de 1923 la Profra. Josefina Aguilar Cachú se trasladaba a la tierra de Mariano Azuela, Lagos de Moreno, Jalisco, donde uno de los hacendados de la región solicitó sus servicios para una escuela Artículo 123, es decir, pagada por los dueños de la hacienda. Cuarenta y cinco pesos mensuales fue su primer sueldo, el hacendado le regaló un caballo para su traslado a la escuela, ella a los pocos meses de ahorro logró comprar una chispita (carro, especie de calandria) en la que se trasladaba junto con una compañera de trabajo, en aquel pequeño carrito salían a pasear los fines de semana; aquello no podía durar mucho tiempo ya que al asumir la presidencia de la República Plutarco Elías Calles, éste instrumentó una política interna que trajo como consecuencia el movimiento social conocido como La Cristiada; a instancias de ello y al verse lejos de su familia regresó en 1926 a Tlazazalca. Comenta que por aquel tiempo era relativamente fácil cambiarse, puesto que con un viaje a Morelia se solucionaba favorablemente el problema, desde este año (1926) empezó a trabajar con nombramiento estatal, siendo gobernador de Michoacán el general Enrique Ramírez. Como profesora de Tlazazalca conoció a su colega el profesor Jesús Banda Castro, con quien muy poco tiempo después contrajo matrimonio, ahí vivieron y procrearon a su primer hijo.

En 1931 pasó a prestar sus servicios al Valle de Guadalupe, donde sólo estuvo un año y de ahí desempeñará su práctica docente en San Antonio Ocampo y por un alto en su peregrinar: Gómez Farías (barrio norte), donde estuvo por espacio de tres años. Imposible recordar alumnos, nombre por nombre, profesión por profesión de cada uno de sus exalumnos. En 1935 emigró a Paracho como profesora del internado indígena, que dirigía el profesor José Tirado, a quien poco tiempo después cambian al internado Mèxico-España de la ciudad de Morelia, Michoacán; en Paracho duró sólo un año y regresó a comunidades más pequeñas, espacio en el que identificó con mayor grado.

De 1936 a 1939 y junto con su esposo fueron adscritos a la escuela de Etùcuaro, municipio en aquel entonces de Chilchota, Michoacán, y hoy de Tangancìcuaro, en donde al tiempo del reparto agrario efectuado por el general Lázaro Cárdenas, su esposo tiene que servir de secretario al entonces presidente de la República, “Conservo la máquina en la que se mecanografiaron cientos de decisiones agrarias”, por este mismo tiempo se electrificó esa región. En 1939 la cambiaron a San Juan Carapan, cuando ya casi ponían en servicio la carretera número 15, Mèxico-Tijuana. Sonríe al recordar que había “un camioncito que hacia el servicio Zamora-Uruapan, le decían “El Tigre de la Sierra”, era su propietario un señor de Tangancìcuaro llamado Ramón Anaya, cómo se volaba los riscos el camioncito, don Ramón ya debe haber muerto”.

En 1942 llega a Patamban donde duró 3 años y 3 más en La Sauceda, en 1948 se traslada a La Rinconada y en 1950 a Ario de Rayón, aquí termina el itinerario que había iniciado en 1923 en Lagos de Moreno pues en el mismo 1950 la adscriben a la escuela Cuauhtémoc de Zamora, siendo director el profesor Santos Arroyo Tapia. De 1950 a 1984 sólo en 3 escuelas más ha prestado sus servicios: Emiliano Zapata donde fue directora renunciante; pues ella siempre deseó trabajar con grupos; escuela Francisco J. Mújica y actualmente se encuentra en la Justo Sierra (turno vespertino); escuela en la que laboró hasta el año de 1993, en que falleció.

A lo largo de más de 7 décadas de práctica docente, la Profra. Josefina Aguilar C. enseñó a miles y miles de alumnos a leer y escribir con los métodos onomatopéyico y natural; de esos miles, muchos ahora profesionistas. Ella considera que los profesores de su tiempo trabajaban más. La vida ha sido para ella todo un reto; antes y después de quedar viuda trabajó como una de las primeras vendedoras de lotes en los fraccionamientos zamoranos “El Jericó”, “El Duero” y “Jardines de Catedral”. Recibió la medalla “Ignacio M. Altamirano” de manos del presidente José López Portillo por más de 50 años de servicio. Fue la primera titulada del Instituto de Capacitación del Magisterio (examen público) en el Estado. Todos sus hijos con carrera profesional. La maestra Josefina falleció el 19 de enero de 1993, sin embargo su espíritu profesional aún ronda por los alrededores de la Escuela Justo sierra, más para quienes tuvimos el privilegio de conocerla y convivir con ella.

Maestra como Josefina Aguilar Cachó, o la maestra “Banda”, como la conocimos la mayoría, fueron sustento de un sistema educativo nacional que debe regresar


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