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Acercamiento a una radiografía del Zamora de hoy


Repensar la ciudad desde la memoria inmediata, supone conclusiones que, posiblemente, requieran acciones profundas y con un elemental sentido de justicia social. Recordar, por ejemplo, la actitud de desprendimiento de don Perfecto Méndez Garibay al donar los manantiales de agua para los zamoranos nos hace pensar en la existencia de un capital y nivel de cohesión social en la ciudad, que se manifiesta en la persistencia de una tradición de participación social en todos los niveles de la vida comunitaria.

Sin embargo y con el tiempo, ésta se ha visto reducida a la formación de clubes, comités y organismos de corte social y filantrópico, de iglesia y escolares a nivel formal. Siendo muy pocos los organismos de la sociedad civil promotores y defensores de los derechos de las personas, o reivindicativos de las libertades de las minorías.

La cohesión social se encuentra en riesgo, ya que existen tres condiciones que anuncian problemas para su futuro en Zamora: el modelo de desarrollo urbano bajo el que se encuentra la ciudad actualmente; la baja calificación de los habitantes; y la baja remuneración del trabajo.

En la búsqueda de mecanismos de cohesión, los jóvenes se organizan en pandillas, fenómeno creciente que cubre, principalmente, necesidades identitarias y de protección. Las pandillas en Zamora llegan a cometer actos considerados como de alteración del orden público, delitos menores, sin llegar a inmiscuirse en acciones del crimen organizado como en otras ciudades del país. La cohesión social se ve amenazada por el crecimiento físico de Zamora y la dispersión de la población en una gran mancha urbana que diluye las adscripciones de las familias a barrios y colonias.

Otro factor que vulnera la cohesión social es la falta de educación y garantías del respeto a la diferencia. No existen suficientes mecanismos para garantizar la equidad de género, la no discriminación por preferencia sexual, origen y condición económica. Un adeudo social y de las instituciones es el trabajo en la promoción y defensa del respeto a la diversidad. Lo que nos llevará sin duda a tratar el tema de: La educación en Zamora.

La calidad y pertinencia de la educación son una tarea pendiente en el sistema educativo mexicano. Predomina la pobreza e inequidad, el sistema segregado, relaciones de poder asimétricas y corporativistas, padres de familia aislados de la educación escolar, visión educativa equivocada, atracción y formación magisterial decimonónica, filosofía curricular desarticulada y desfasada de la capacidad docente y un financiamiento de la educación que no promueve ni eficiencia, ni calidad.

Desde luego, la ausencia de habilidades de aprendizaje tiene consecuencias en el aprovechamiento, formación e, incluso, desenlace de la vida escolarizada y, en muchos sentidos, en el futuro de los individuos.

Estas condiciones, aunadas a la dificultad para obtener empleo, derivan en una juventud en abierto desempleo o subempleo, empleo informal, ilegal o vagancia, pandillerismo y, como ya se mencionó, desesperanza y suicidio.

Las escuelas privadas presentan mejores niveles respecto de las públicas, lo que se refleja en el índice ocupacional y el poder adquisitivo de los padres de los alumnos. Esto representa una inequidad en las oportunidades de acceso a una educación de mejor nivel. La calidad de la educación no debiera diferir entre escuelas públicas y privadas, pero ha sido propiciada por el descuido de los servicios sociales públicos y el Estado.

Así, pues, no basta con aumentar la inversión. Resulta indispensable mejorar la asignación de los recursos y elevar la eficiencia del gasto para elevar la calidad de la educación. A pesar del incremento en los recursos públicos disponibles, el gasto por estudiante permanece bajo en términos absolutos. La mayor parte del gasto está ligado a los salarios, dejando muy poco espacio para mejorar la relación estudiante-personal educativo o para invertir en instrucción o recursos educativos.

Pero quizá el gran problema de la educación en nuestra ciudad es la simulación o la inconsciencia de la gravedad e implicaciones del problema, tanto de los involucrados en el sistema educativo como de los padres de familia. Otro problema es la ausencia de mecanismos de coordinación entre instituciones de educación media superior y universidades con empresas. Existe una clara discrepancia entre las habilidades y capacidades adquiridas en los centros educativos y las que demandan los mercados laborales –regionales y nacionales–, lo que provoca conflictos, frustración, desempleo, subocupación y reproduce patrones de violencia, sobre todo en jóvenes. Lo que nos llevaría a reflexionar sobre la economía, el empleo y los ingresos.

A partir de los últimos 30 años, la historia económica de Zamora ha transitado por serias crisis. Prácticamente han desaparecido los cimientos económicos basados en la producción de la fresa hasta los años noventa y, posteriormente, en la industria agromaquiladora, lo que ha contribuido a la migración de las zonas suburbanas a la zona zamorana, con un cambio en la vocación laboral de los migrantes, quienes han pasado de las actividades del sector primario y secundario al sector de servicios y el comercio con bajos salarios, motivando en gran medida la expulsión de la fuerza de trabajo hacia las zonas del norte del país y hacia los Estados Unidos.

Esto significa una limitación en la inserción de las personas al mercado laboral, así como a las condiciones de trabajo, que se hicieron más inciertas, rompiendo con las expectativas de movilidad social y su correspondiente generación de condiciones de bienestar.

Por su ritmo de crecimiento, Zamora necesita crear entre 15 y 20 mil nuevas plazas de trabajo y sólo se generan entre 3 y 5 mil anuales, lo que deviene en 10 mil desempleados por año, lo que provoca un aumento en las actividades informales y la inserción de los desempleados principalmente los jóvenes, incluso en actividades ilegales.

La incorporación de las mujeres en el mercado laboral se ha dado de manera inequitativa. Éstas perciben salarios de entre 25 y 30% menos que los hombres, por el mismo trabajo.

Se observa una desigualdad patente y creciente desesperanza entre amplios sectores de la población: jóvenes, adultos mayores, mujeres, personas con capacidades diferentes, todos con necesidades insatisfechas de empleo, que enfrentan condiciones difíciles de sobrevivencia, generándose al interior de las familias escenarios de difícil convivencia que derivan en manifestaciones de violencia física, psicológica y emocional.

La generación de empleos, fuentes de ingreso digno y el crecimiento económico de Zamora son temas que requieren atención urgente, ya que sus deficiencias afectan directamente la estabilidad de las familias y se convierten en detonadores de alta conflictividad y violencia social.


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