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Roberto Rodríguez “El Zapatero” Futbolista de Corazón


Muchos de nuestros contemporáneos, aún recordamos con aprecio y nostalgia al equipo de futbol “Zamora”, aquel que fuera orgullo de la ciudad y de municipios aledaños; y que además tuviera una enconada, aunque amistosa rivalidad con los equipos que representaban a “La Piedad” y al “Morelia”.

Recordar nombres que se quedaron grabados en ese proceso de desarrollo personal que muchos tuvimos y tratamos de realizar en lo particular: “La Pellona”; Salud “El Chivero”; Roberto “El Chino Ramos”; Buchelli”; “El Tepo Rodríguez”; Luis Castro; Eleuterio Méndez; Roberto Díaz, José Valdés; Trino Morales; la mayoría de ellos zamoranos de pura cepa y después las incrustaciones de Carlos Sebille y algunos extranjeros más, conformaron un competitivo equipo de futbol local que participó en segunda y primera división del futbol profesional.

Hoy, como homenaje a uno de los actores de aquel equipo y de aquellos tiempos, recordaremos a nuestro buen amigo Roberto Rodríguez “El Zapatero”

Roberto Rodríguez nació el 20 de julio de 1936, de vivir estaría por cumplir 76 años, de los cuales pasó poco más de 35 años atado a su silla de ruedas. La pasión por el futbol la adquirió desde muy pequeño, en el Oratorio Salesiano, de donde han salido infinidad de excelentes futbolistas, tanto amateurs como profesionales. Ahí jugó nuestro personaje de hoy, donde también estudió y terminó la primaria en el año de 1952.

Con un dejo de nostalgia, Roberto nos narra parte fundamental de sus experiencias como futbolista amateur y profesional.

En ese mismo año de 1952, ingresó al equipo de futbol “halcones” jugando sólo una temporada con dicho equipo y pasando de inmediato al futbol profesional de segunda división con el equipo Zamora, donde jugó con las reservas del equipo profesional.

En su afán por jugar, Roberto salió del Zamora y se enroló con el “Corsario”, equipo del futbol amateur donde jugó dos temporadas seguidas y de ahí se fue a jugar al Servicio Militar Nacional, de donde lo volvieron a llamar del equipo de futbol profesional que en aquellos años nos representaba en la segunda división. Así, en la temporada 1956-1957, Zamora se coronó campeón de la división de ascenso.

Roberto jugó en la primera división del futbol profesional, según recuerda de 1957 a 1960, cuando uno de los puntales organizativos del futbol profesional de nuestra ciudad era el inolvidable canónigo Luis Caballero.

Roberto recuerda con tristeza el momento en que el Zamora descendió a la segunda división, nos narra que jugó junto a los grandes futbolistas que ha dado nuestra ciudad: Sergio Patiño, Francisco “Comeuñas” Sánchez, Barrón (en la portería), Cornejo, Memo Méndez, Sebille, Franco, Wence, Roberto “Marmetes” Arias, Rogelio “El Sofo” Pérez, el Zurdo Hernández, Manolín Bielba, el Flaco Sánchez y muchos más que escribieron la historia más brillante del futbol zamorano.

Nos narra las desgracias que le han ocurrido a lo largo de su vida: en 1949, siendo apenas un niño de once años se lesionó una pierna; ya de grande jugando profesionalmente se fracturó las costillas y la tibia, aunque él solo se consuela y dice que “así pasa cuando a uno le gusta mucho el deporte”.

El famoso “Zapatero” como la mayoría de la gente lo conoció en Zamora, nos contó del origen de su apodo: “me dicen así, porque así le decían a mi papá; aunque mi primer oficio fue el de sastre, después me convertí, por necesidad y después de ya no poder caminar, en técnico en electrónica, oficio que desempeñé durante poco más de 23 años”.

El Zapatero fue “chiva” de corazón y recuerda los juegos en que participó en contra del “rebaño sagrado”: “En Guadalajara empatamos a un gol y aquí en nuestra ciudad, nos golearon siete a uno. Cuando empatamos en Guadalajara nos sentíamos un equipo duro, pero la realidad era totalmente diferente, y hasta nos dijeron, “para que no nos falten al respeto en nuestra casa”. Las chivas han sido “el mejor equipo que he conocido, lástima que algunos de sus jugadores no saben llevar con orgullo su camiseta, como que se asustan o no sé… es mucha camiseta para el que la viste”.

Poco antes de fallecer, Roberto Rodríguez sufrió dos infartos, los que pudo superar gracias a su deseo de vivir. También estuvo afectado de sus ojos, de los cuales perdió la visión en un cincuenta por ciento. Por prescripción médica dejó de trabajar; sin embargo, Roberto no sólo se sobrepuso a las enfermedades, sino que lo tomó con filosofa: “mi vida fue el deporte, sólo que a mi ya me vieron jugar, ahora a mi me toca verlos”.

Al despedirnos de Roberto, allá por el año 2000, aprendimos a admirarlo más, ya que se impuso a las desgracias que le ocurrieron en el devenir de su existencia; él mismo nos lo confesó: “mi vida sigue así… intentando convivir con los demás, que es lo más importante”. Esta es la historia del futbolista zamorano y la del hombre que nos enseña, aún hoy en día, lecciones de respeto y dignidad.


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