ISIDRO JUÁREZ RANGEL
Isidro Juárez Rangel nació en esta ciudad en mayo de 1921. Pequeño aún, ingresó a la orden religiosa de los “Operarios de la Sagrada Familia” del padre José Ochoa Gutiérrez. Ahí, en esa congregación, Isidro fue alumno de dos de los más destacados intelectuales y profesores del Seminario Diocesano de Zamora: Luís Méndez Codina y Alfonso Méndez Plancarte; quizá a ello se deba la pulcritud en la creación literaria de Isidro: versos perfectamente elaborados, ritmo y consonancia que hacen de su poesía, un exquisito manjar espiritual.
Por azares del destino, Juárez Rangel vivió casi una década en el vecino municipio de Sahuayo, sitio donde trabó profunda amistad con Alberto Barragán Degollado, otro excelente poeta, con quien fundaron la Asociación Propulsora del Arte. Isidro ha sido un incansable creador de la cultura en nuestra ciudad: cofundador del Centro Cultural y Artístico de Zamora; director de la revista LIZA, órgano de difusión de dicho centro cultural.
Posteriormente, Isidro Juárez Rangel formó parte del Taller de Teatro y Cine de Zamora, así como de la revista Actividad Zamorana, lo que obligó a Juárez Rangel a crear la editorial Colección de Autores Zamoranos; fue también socio fundador de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, corresponsalía Zamora. Desde 1950, Isidro ha publicado los siguientes libros: Arcos Rotos; en 1953 publicó Progresiones a la Imagen; en 1961 Palabras Húmedas y en la década de los ochentas del siglo pasado publicó: Poesías Escogidas y Narraciones de Amigos. He aquí una muestra de la poesía de Isidro Juárez Rangel.
A LA MUERTE
I
Ya, muerte, esperas por mí
en un rincón olvidada,
al quedarte silenciada
sin quererlo te advertí.
Si en mis manos dividí
el tesoro de la vida
y en gajos de luz caída
su fragilidad gusté,
ahora, muerte, podré
darte el polvo que se olvida.
II
Hoy siento que te poseo,
oh muerte y tan dentro estás
que con tu sombra me vas
perturbando mi deseo.
En el tenaz aleteo
con que me rozas la mente
advierto tu empeño ardiente
de arrancarme de las cosas:
y haces más bellas las rosas
con tu amenaza inclemente.
III
Acaso, muerte, te encubres
en un velo tenebroso
y tienes un rostro hermoso
que sólo al final descubres;
en tus nacaradas ubres
das refugio a mi cabeza
y eres amante que besa
con fervor no consumido;
y amas sobre el mismo olvido
y tu beso no me pesa.
IV
Un poco más y seré
mi propio sueño rendido
y en la piedad de un olvido
hecho bruma quedaré.
Un poco más y estaré
en tiempo y sombra pendiente
cual crisálida latente
plegada en dulce soñar
hasta poder despertar
a otra aurora diferente.
V
Y ese sueño arremansado
en la visión infinita
con la luz que precipita
su intenso caudal alado,
si yo sé que es alcanzado
por ti, muerte, que cercenas
las invisibles cadenas
de la vida pesarosa…
ven, pues, oh muerte y destroza
este ramo de mis venas.
VACÍO
Nada de lo que a mí llega
puede llenar mi vacío
y aún espero un don tardío
que acaso nunca se entrega.
Mi alma es esponja ciega
que está muy lejos del mar.
Nada gano con llorar
Y darle sólo una gotas
Sin esas aguas remotas
Nunca las podré saciar.
ERES LA PENSATIVA
Eres la pensativa que dio alcance a una estrella.
Sobre tu seno luces la flor de la distancia.
¡Qué bien has de sentirte prendada de tu júbilo
habitante desnuda del predio de la escarcha!
Donde tú estás no llegan mis ahogados gemidos.
A cal y canto sufro mi cárcel perpetuada.
Sólo, a veces, te invoco, sabiendo que no escuchas,
y el corazón te mira perfilada en nostalgia.
Quien no puso cerrojos a la luz y a los pájaros
no ha querido que escuche tu canto de palabras
más sonoras que todos los registros del mundo:
los cornos en el viento, la siringa en las ramas.
Pero el amor es fuerte, más fuerte que la vida
y mi dolor es duro, más duro que las lágrimas
que antes fueron diamantes en viveros ocultos
y ahora se rezuman de la doliente entraña.
ELEGÍA DE LAS LÁGRIMAS
Es la misma elegía.
La frase repetida en el desierto
mientras quedan las cuencas sin sus astros
porque los ojos fueron a llorar los recuerdos.
Es la misma elegía.
La que canta en silencio el corazón
a mitad de tu ausencia y de la noche,
a mitad de la angustia y el dolor.
Manos que fueron mías, prestas a la caricia,
que ahora son raíces hundidas en la nada.
Labios que fueron míos para decir tu nombre
y oídos que escucharon tus palabras.
La frase repetida, la elegía del desierto
la que hiere las sombras y la muerte,
la que va como un eco perdido a las estrellas
la que es rayo de luna que se pierde.
Por tu ausencia sin fin que te desnuda
de todos mis ensueños, de todas mis plegarias,
he de cantar la frase repetida,
¡la elegía de las lágrimas
UN INSTANTE TU AMOR
Un instante tu amor. Sólo un instante.
Una gota quizás que se derrama.
No sabes dar un vaso de alegría
Y olvidaste el ejemplo de la Samaritana.
Vine de dar mis huellas al sendero
con un sudor de luna en las miradas.
Llamé a tu puerta, que se abrió indecisa
para decir tan sólo unas palabras.
Con tu amor pequeñito, tus ojos pequeñitos
para mirar mis ansias,
no supiste del fardo de ilusiones
del rico cofrecillo de esperanzas.
Un instante tu amor. Sólo un instante
que no esperó la luz de la mañana.
Más bien fuiste una lágrima que cae
que una gota de miel que se derrama