Bernardo Lomelí Hernández y el beisbol
Por el año 2000, iniciamos una serie de entrevistas a personajes que se hubieran distinguido en actividades o procesos conductuales por los que habrían de ser reconocidos; asociándolos a los personajes populares o reconocidos por la mayoría de los zamoranos como referentes en el desarrollo de sus actividades. Así lo hicimos con Don Bernardo Lomelí Hernández.
Bernardo Lomelí “el médico”, un apasionado del rey de los deportes: el beisbol.
Con los deportes ocurre lo que en todos los ámbitos de la vida: algunos gustan mucho a un buen número de personas y otros gustan mucho a muy pocos. El beisbol es uno de esos deportes que en nuestro medio son casi de élite, pues por lo complejo de su estructura, según los entendidos, al menos en nuestra ciudad tienen pocos seguidores, y casi sobra decir que a esos pocos les ha costado un gran esfuerzo mantenerlo a flote. Bernardo Lomelí Hernández, conocidísimo boticario de nuestra comunidad, fue uno de esos hombres que llevan el beisbol en su corazón, como los demuestran sus más de sesenta años disfrutándolo y promoviéndolo.
Nacido en Santiago Tangamandapio a fines de enero de 1926, Bernardo Lomelí Hernández vino muchas veces a Zamora en una época en que no había carretera que uniera ambas poblaciones: “Mi familia se estableció en Zamora poco antes de 1937, y lo recuerdo bien porque en ese año se instaló la red de agua potable que surtía a cada vivienda de Zamora. Antes de esa fecha, las tomas de agua eran colectivas y se encontraban distribuidas en diversas esquinas. Era una época en que el transporte público se hacía en tranvías o vehículos tirados por mula, aunque ya empezaban los camiones de motor, que era el transporte más caro, pues costaba cinco centavos”.
Lomelí terminó su primaria y luego continuó estudios de contabilidad elemental con el profesor José Gómez. Su primer trabajo fue como cobrador y mensajero de la compañía de Teléfonos Ericsson (teléfonos de manivela que trabajaban con operadora y atendían en nuestra localidad a, aproximadamente, doscientos usuarios de Zamora y Jacona, después se integró como comodín a la farmacia del Refugio, lugar donde inició su aprendizaje como boticario y en el que estuvo tres años. “En 1946 empecé a trabajar en la farmacia de Guadalupe, y aunque ya para entonces tenía algunos años alternando el fútbol y el beisbol, definitivamente abandoné el fútbol para dedicar casi todo mi tiempo libre el beisbol. Mi gusto por este deporte se inició en 1938 en que fui invitado a jugar por unos conocidos, y de ahí en adelante ya no lo dejé”.
Como anécdota digna de mención, por lo emotivo de la misma, hemos de contar que en cierta ocasión, no pudiendo salir del trabajo antes de la hora oficial para un encuentro en San José de las Moras, población ubicada aproximadamente a cincuenta kilómetros de Zamora por el rumbo de la Barca, nuestro entrevistado hizo el recorrido en bicicleta tan sólo para encontrarse con que el partido ya había terminado. ¡A ese grado llegaba su afición por el beisbol!
En otra ocasión, y ante la indecisión entre el dueño y el encargado de la farmacia para otorgarle un permiso para ir a jugar a Jiquilpan, Lomelí se fue con el temor de que lo fueran a correr, lo que para su fortuna no ocurrió.
Pero las anécdotas más sustanciales, entre las muchas que tuvo Lomelí, dentro del beisbol, se relacionan con la falta de lugares adecuados para practicar y jugar tan placentero deporte. “Cuando se planeó la construcción de la Unidad Deportiva “El Chamizal”, en los planos aparecía una cancha de beisbol, pero en los hechos nos quitaron ese espacio con el argumento de que no había afición para ese deporte. Desde luego que esto nos disgustó, y siendo yo presidente de la liga zamorana de beisbol enviamos nuestra protesta al gobernador Agustín Arriaga Rivera y al presidente Adolfo López Mateos. Este último me envió una carta siendo yo presidente de la liga y ahí me hacía saber que: “El gobernador Agustín Arriaga Rivera es persona competente para resolver este asunto…” Lo incongruente de todo esto quedó de manifiesto cuando el diputado que más se oponía a que tuviéramos cancha nos pidió que saliéramos a jugar a Zitácuaro. ¿Cómo –le dije- si no nos han resuelto y no tenemos dónde practicar? Ya por la década de los sesentas el regidor Guillermo Rodiles nos acomodó en el terreno que ahora ocupa el fraccionamiento Aurora y tiempo después nos dieron el espacio que ahora se tiene en el interior de la unidad deportiva. Sin embargo todavía se argumenta que no hay mucha actividad y nuestra cancha no está firme”.
Bernardo Lomelí Hernández nos comentó que el beisbol en Zamora ha marchado regularmente y que ahora está un poco mal, pues sólo se cuenta con cuatro equipos, siendo uno de ellos de Jacona y otro de Atecucario.
Propietario ya de la farmacia a la que ha dedicado toda su vida, se despide diciéndonos que sigue queriendo al beisbol y a su botica. Don Berna ya falleciò. Sirva como recuerdo de uno de los amantes del deporte.