FIDEL MARTÍNEZ PULIDO. “EL CANTANTE DEL PUEBLO”

Si bien es cierto que definir y clasificar a los personajes populares es tarea de la Antropología, los historiadores somos afectos a preservar en la memoria colectiva la existencia y características de dichos personajes; primero como una tradición que identifica la raíz de nuestra cultura nacional y en segundo, porque de manera sistemática en cada comunidad, en cada barrio, en cada ciudad existen personajes que son únicos, irrepetibles y que confieren al entorno social un rostro propio. En nuestra ciudad la tarea desarrollada por don René Enrique Villar y por don José Guadalupe Niño Vázquez; el primero con su libro sobre personajes zamoranos y el segundo con su colección de tintas de los personajes que hicieron época, nos heredaron el placer de conocer, pero también de conservar en el imaginario colectivo la existencia de personajes únicos e irrepetibles y que signan el ámbito socio-popular en el que transitan cotidianamente. Tal es el caso de Fidel Martínez Pulido, quien se define como “Cantante del pueblo”; oficio que lo ha llevado a radicar en diversas entidades de la República y de nuestro estado; pero siempre ligado a la profesión que él mismo escogió, se especializó, desempeñó y continúa gozando la música. Y dentro de la multiplicidad de instrumentos, él optó por las percusiones, instrumentos que lo llevaron a tocar con diversos grupos y diferentes cantantes con los que recorrió un buen número de localidades. Nuestro personaje nació el 4 de noviembre de 1948 en la comunidad de El Sauz de Abajo, perteneciente al municipio de Zamora, de donde emigró a la cabecera municipal desde muy pequeño, llegando a la casa de su abuelo quien era empleado de don Pedro Navarro. Había cursado el primer grado de primaria en su comunidad, ingresando aquí a la Escuela Cuauhtémoc, aquella institución que se había construido gracias a las aportaciones económicas del Dr. Francisco Gutiérrez Mejía y algunos otros zamoranos y que fuera inaugurada por Don Francisco J. Múgica. A la vez que estudiaba, Fidel Martínez Pulido trabajaba como pastor cuidando los machos y caballos con don Pedro Navarro, por el rumbo de la estación del ferrocarril y en el último año de la década de los cincuentas, se traslada con sus padres a la vecina Uruapan, donde junto con su padre vendían canastos de fresa llevada desde Zamora. Aunque su gusto por la música lo llevó a asistir a la presentación de diversos artistas en las “caravanas musicales” que por aquellos años eran usuales en las ciudades de medio pelo, conociendo a grupos musicales que le cautivaron como “Los Apson Boy’s”. En la misma ciudad de Uruapan, trabajó con el señor Socorro Hurtado de Tangancícuaro, produciendo y vendiendo pulque elaborado con papa; hasta el año de 1967 en que se integra al grupo musical de Chalo Moreno, tocando el güiro. A su regreso a Zamora y corrido de su casa por una discusión entre su padre y madre, se refugió en la sala de venta de boletos del ferrocarril, donde se integró a trabajar, primero trasladando maletas en un diablito y después, contratado por el jefe de estación aseando los carros del pullman. El gusto por la música lo llevo a integrarse al grupo de “Los Pájaros Locos” liderados por el recordado Rogelio Cervantes Heredia. Ya integrado por gusto musical y satisfacción personal a los grupos musicales de aquellos años, emigró a tocar con Benjamín Caussor y su grupo “Órgano y Ritmos”; posteriormente se integró con los “Lemons” y se trasladó al puerto de Manzanillo, donde se integra al grupo musical de “Rey y los Mora”. En el puerto se convirtió de manera accidental, en un buen representante de Benjamín Caussor, ya que éste le había enviado de regalo algunos discos, los que Fidel regaló a las difusoras de Manzanillo y en diversos centros botaneros de aquel lugar. Al éxito de Caussor, éste lo invita a integrarse de nueva cuenta a su grupo y graban lo que sería uno de los éxitos del Zamorano Caussor, “el son de los aguacates”, grabado por la entonces poderosa disquera “Musart”. Para 1977, Fidel Martínez regresa a Michoacán, radicándose en Sahuayo, donde se integrará a tocar con “Los Inkas” de Isidro García, hasta 1980, año en que se traslada a la Barca, Jalisco e integrarse al grupo “Movimiento Obrero”, donde duró un año, pues al siguiente se enrola en la ciudad de México con “Los Aragón de Mérida”, trabajando con ellos en el Canal 2 de televisión nacional en diversos programas, como “El Club del Hogar”, con Paco Stanley y Madaleno, durando con este grupo 7 años. Después se enrola con “Los 7 Modernistas” de Silvano Zetina, autores de aquella pegajosa canción de “La Saporrita”. En 1990 Fidel Martínez marcha a Guadalajara donde ingresa al grupo de “Los Strucks”, durando con ellos sólo tres meses por lo pobre del salario; aunque en la capital tapatía conoce al Ing. Pedro Magdaleno directivo del canal 58 quien lo integra a varios grupos, entre ellos “Los Mocasaba” y el grupo “Sol Naciente”; tocando permanentemente en las percusiones y haciendo coros. En 1995 vive en Ocotlán, Jalisco, trabajando con el grupo “Compañía Versátil”, durante tres años. En esta misma ciudad lo invitan a trabajar “La Tropa Chicana”, grabando con ellos un disco para la productora “Mar Internacional”. Ya de vuelta en Zamora es invitado a grabar un disco con el grupo “Los Gitanos” de Herminio Martínez, de la cercana comunidad de Las Majadas. Su afición musical lo lleva a formar en Zamora el grupo de “Fidelmar y su grupo Marino”, con el que duró cuatro años. De entonces a la fecha se ha convertido en referencia obligada en el jardín del exterior de los Templos de San Francisco y Juan Diego, en pleno corazón del centro histórico de Zamora; o bien, en lo que fuera el mercado Hidalgo de nuestra ciudad y hoy conocido como “Pasaje de los Dulces”; donde coterráneos y visitantes le han apodado “El hombre Orquesta”, aunque él se define como “Cantante del Pueblo”. Esta es, en apretada síntesis, la vida de un personaje popular que alegra con su ritmo musical a quienes transitan por los sitios anteriormente citados