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“El Farmacéutico Zamorano”

Don Indalecio Haro


Don Indalecio Haro del Río nació en 1916, cuenta hoy con 83 años de edad. Homónimo en nombre con su padre y abuelo; hijo de impresor y nieto de notario público, él se dedicó poco más de medio siglo a las labores farmacéuticas en la muy conocida farmacia <<La Providencia>>, establecimiento que por más de 35 años, se convirtió en el símbolo de la salud en la esquina de Hidalgo y Colón.

Estudió sólo la primaria y ya farmacéutico, estudió y se recibió como tal en la Ciudad de Morelia. Reacio a recordar, quizá por como él mismo lo dice: <<la farmacia ha sido mal negocio, y más ahora que se otorgan descuentos altísimos; yo jamás hice dinero, pagaba muy bien a mis empleados, entre los que se encontraban don Manuel Peña, propietario de autobuses del servicio urbano local>>. Al decirnos lo anterior, don Indalecio nos muestra una fotografía del interior de su farmacia, donde aparece con tres de sus empleados.

La farmacia <<La Providencia>> empezó a trabajar por el inicio de la década de los cuarentas: <<abrí la farmacia por los años cuarentas en la esquina de Colón e Hidalgo, donde duré 35 años y posteriormente me cambié a este local de Colón y Aquiles Serdán, donde duré poco más de 15 años con el mismo negocio. Existían las farmacias de la botica del refugio de don Salvador García Méndez; la de la señorita Clotilde Herrera, la de las hermanas del obispo Mena, la de don Bernardo (la central), la de Jorge Barriga en Morelos y Ocampo>>…Sale a su casa y de inmediato regresa.

<< ¿Dónde nos quedamos?, nos pregunta y continúa… pues ya le digo, sí había más farmacias en Zamora y en efecto recuerdo lo que usted me pregunta…-Yo le había preguntado por quien fabricaba las pastillas de tejocote, famosas en Zamora por los años treintas y cuarentas-…su propietario era don Luis Murguía Guillén, vivía aquí en frente, nos señala hacia la acera sur de Colón, incluso recuerdo muy bien que don Luis le hacía al poeta, incluso anunciaba sus pastillas de la siguiente manera:

La gripa viene a raudales

Y se quitan estos males

Con mentol y tejocotes.

Las pastillas anunciadas en versos por su fabricante, no servían para nada, pero eran ricas por la menta que contenían>>.

<<Atendí a unos sacerdotes tíos de mi esposa: Francisco y José Caballero, también al Canónigo don Manuel Sandoval y al también Canónigo don Enrique Amezcua y a otros sacerdotes que ahorita no recuerdo>>…Le pregunto sobre las amistades que tuvo por aquellos años y le menciono algunos nombres de aquel tiempo y responde…<<s{i, conocí a Alfonso García Robles y a su hermana teresa, era una mujer muy bonita, platiqué mucho con su papá, Don Quirino García quien tenía una cristalería por la calle Amado Nervo, al lado de donde tenía su negocio el señor Gómez, papá del ahora propietario de las joyerías Gómez…también conocí al General Manuel Avila Camacho, en una ocasión estuvo en mi farmacia, aunque no me tocó atenderlo a mí…al General Marcelino García Barragán también lo conocí>>

le pregunto a Don Indalecio si Zamora era más bonita y tranquila antes que hoy y sin inmutarse me contesta: <<Zamora es más bonita ahora, antes era muy pequeña, llegaba hasta aquí –nos señala la Iglesia de San José-, hoy ha crecido y creo que es más bonita ahora>>. De su vida profesional como farmacéutico, -ya desde el inicio de la plática nos había hecho la aclaración de que su título decía farmacéutico por ser éste el término correcto, y no el de boticario-, nos dice muy poco, quizá por modestia. Le insistimos sobre personas que él recetó y nos habla de los médicos de aquel tiempo: <<Yo le surtía muchas recetas a Manuel Bribiesca, era el único especialista para niños que había entonces, también recuerdo al doctor Francisco Gutiérrez Mejía, al doctor Pérez Casas, al doctor Tejeda, al doctor Salinas y a los médicos de aquel tiempo>>.

Ya animado me atrevo a preguntarle por su parentesco con Eduardo del Río, el famosísimo caricaturista <<rius>> y acepta rápidamente habla de él: <<Nos llevábamos como hermanos, <Balo>, así le llama cariñosamente al caricaturista, y yo jugábamos bastante. Hace poso supe que vino a dar una conferencia a la Universidad, a la Univa, y como sé que llega a dormir al hotel Ram-Val y le hablé por teléfono y le dije: sé que viniste a dar una conferencia y te vamos a ir a ver y él me contestó, mira <Inda>, así le llama el caricaturista a Don Indalecio, no vayas a venir, mejor quédate en casa; Don Indalecio le pregunta si no desea que él vaya a escucharlo porque va a hablar mal de los sacerdotes; y <Balo> le contesta: efectivamente voy a hablar mal de los sacerdotes>>.

Don Indalecio respira fuerte, sonríe, me observa y quedamente murmura…<<debe estar mal de la cabeza, imagínese, estuvo más de 6 años en el seminario>>.

Toma aliento y continúa…<<al día siguiente le volví a llamar por teléfono y le dije que efectivamente no había asistido a su conferencia, aunque mi esposa sí había ido…sé que asistieron el Dr., David Guzmán, el padre Alfonso Sahún y otras personas de la ciudad…y le dije: mira <Balo> sino quisiste que asistiera a tu conferencia, vente a comer a la casa…-hace un alto, me observa detenidamente y me cuestiona, sabe qué me contestó-…yo le voy a decir, me dijo que no podía venir a comer a casa porque había aceptado una invitación para comer de los padres salesianos, cómo ve…

Le agradezco a Don Indalecio el haberme concedido la entrevista y él con la amabilidad que lo caracteriza me agradece el haberlo entrevistado, aunque no tenga memoria para hablar de la historia de Zamora.


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